domingo, 29 de noviembre de 2015

Prisión

Una vez más, en una abrumadora sensación, me asalta al despertar el inexorable paso del tiempo, y el saber que, con él, dejé marchar los ocho años que debieran haber sido los mejores de mi vida: aquellos en los que una se supone debe estar en su mejor momento.

Y sin embargo aquí estoy, encerrada en cuerpo extraño, que no corresponde a la persona en sus adentros y que, por más que intente corregir su forma, nunca podrá lograrlo, al no ser capaz de encoger sus huesos. 

A este cuerpo lo acompaña un peinado digno del estereotipo de lesbiana obesa, "demasiado masculina", típico en películas y series, resultado a partir de que quienes en teoría me apoyan, e insisten en entender mi situación, no permiten que lo deje crecer más.

Así me siento: sin ropa, sin pelo, y sin un cuerpo que pudiera acompañarlos. La mayoría lo asumen como algo elegido, que deseo por capricho, y que puedo desechar cuando quiera. Otros insisten en que la joven refugiada en mi cuerpo no es sino un mal huésped, un parásito que no debería estar ahí, que no forma parte de mi ser, y que amenaza con robarme el puesto, con sustituirme y suplantarme de la más vil manera.

Todos a mi alrededor amenazan con quitarme algo si oso dar un paso al frente. A veces me pregunto si en verdad tienen algo más que quitarme, si no es un par de billetes o un techo bajo el que dormir. A veces me pregunto si estos supuestos privilegios merecen la pena. A veces, simplemente, pensar en todo esto me supera.

Puedo verme en un par de años, sola, sin saber dónde ir o a quién acudir, llena de rencor hacia el mundo que me vio nacer veintitantos años tarde. Habré dejado tanta ropa por vestir, tantos peinados por probar, y tantos halagos por recibir, que nunca podría tenerlos a tiempo.

Quizás me quedasen un par de años buenos, si jugué bien mis cartas, siendo consciente de que no sé jugar. Después no seré sino una ruina quebrada, una anciana arrugada que no tuvo tiempo a vivir. Y ni siquiera me dirán aquello de que sólo tengo la belleza, y que sin ella nada soy, porque nunca habré tenido la oportunidad de tenerla.

Ese debería ser mi epitafio: ''Murió como nació: Gorda, calva, fea, y siendo difícil distinguir su sexo.''

martes, 29 de septiembre de 2015

La dama que confiaba demasiado

Así nos conocimos. Como un caballero y una sacerdotisa que aún no sabían lo que era vivir. Y aunque el mundo era inmenso, confuso y oscuro, en seguida se volvió pequeño bajo nuestros pies, y la antorcha que les daba luz.

Cada noche, la dama se escapaba de su torre para verme, para vernos, y me contaba que la vida allí era fría, sombría y solitaria. Contaba que allí nadie se preocupaba por ella, y que desde su cuarto se podían oír, cada día, cada noche, voces gritando en la oscuridad. Me contaba que cada noche tenía que volver allí, y que temía el día en que la viesen salir.

Y aunque la dama vestía de negro, no conocí alma más pura. Tenía unos ojos preciosos, y una mirada apagada; un corazón que latía, rodeado de escarcha; y un alma de luz, envuelta en penumbra. Y aún confiaba en la luz del mañana, y en que podría vivir para verla; confiaba en que estaba allí, esperando su llegada; y en que todo el dolor habría merecido la pena a su llegar. 

Soñaba con salir de la torre, y encontrar su lugar en el mundo. Soñaba con una mano que la apartase del abismo, y la llevase a recorrer ese mundo. Confiaba en que aquella mano fuese la mía, y yo, idiota de mi, le prometí aquella vida que merecía tener. Entonces le di mi mano y le juré, me juré a mi mismo, que la haría realidad.

Pero no en todos los cuentos acaban felices y comiendo perdices. Cada día, podía ver cómo se apagaba su alma, cómo se helaba su corazón, y como sus ojos perdían el color hasta ser de tono gris. Por las noches ella lloraba, queriendo huir, escapar de la torre; sin importar cómo, sin importar a dónde ir. Y yo, le pedía que esperase, le pedía que sufriera; hasta poder darle la vida que, muy en el fondo, sabía que nunca tendría.

Y ella aguantó, como la llama de una vela en mitad un vendaval. Y luchó tanto que se quemó, se consumió; y su luz se volvió fría, tenue, hasta no ser capaz de alumbrar más allá del interior de su ser. Y yo, ya no pude soportarlo más. Le pedí a mi rey y a mi reino un palacio para ella; sin pararme a pensar que mi reino era quizás tanto o más oscuro, frío y corrupto que su torre.

Pinté aquel palacio de blanco, pedí que todos vistieran con máscaras, y jamás le conté la verdad. Y es que yo me consumía, me apagaba, me enfriaba; y era ella en verdad quien me salvaba a mi de morir congelado, sosteniendo mi mano para evitar que cayera al abismo. Y, como buen egoísta, la dejé vivir la mentira, sin pensar un sólo día en el mañana.

Y ella creció, y por fin sonreía. La luz en sus ojos era más fuerte que nunca, y el calor que irradiaba paliaba el dolor de mi ser. En verdad llegamos a pensar que todo había merecido la pena, que duraría eternamente, y que estábamos a un paso de tomar el mundo para nosotros solos. 

Pero entonces llegó la guerra, se rompieron las máscaras y cayó la oscuridad; y callamos los dos, como creyendo que el más simple ruido rompería la misma realidad. Y el palacio se convirtió en otra torre, llena de refugiados, miedo, dolor, y más voces gritando en la sombra. La dama volvía a llorar por las noches, y toda ella se heló, como nunca lo había hecho antes.

Entonces, simplemente, se apagó; y con el tiempo escapó, huyó del palacio para volver a su torre, pues no tenía otro lugar dónde ir. Y aunque pese a todo ella aún se esmeraba en que yo no me apagase, nunca más confió en mi ni en la luz del mañana. Y aunque aún le prometía y le juraba que la haría feliz, que le daría aquella vida que soñaba, y que su luz volvería a brillar... nunca más confié de verdad, en ser capaz de lograrlo.

Y ella aún espera, en su torre, como espero yo en la mía, sin saber si existirá un mañana para ambos, ni si estaremos juntos entonces; esperando a que llegue la mano del otro para llevarnos, para guiarnos, y no soltarnos jamás.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Diario de una llama consumida por la oscuridad: 2012

02 Mayo. Estaba frío, demasiado frío.
03 Mayo. ¿Acaso un gruñido no les parece suficiente como forma de dar los buenos días?
07 Mayo. Tengo la extraña sensación de haber dejado pasar algo importante.
07 Mayo. Cada vez pienso más seriamente en que puedo tener un problema.
09 Mayo. Las palabras sabían a odio.
09 Mayo. Aún cree que soy buena persona...
13 Mayo. Siento tener que sentir que lo siento...
13 Mayo. Por favor... vete, demonio...
14 Mayo. Cada vez es más difícil acallar las voces de mi cabeza.
15 Mayo. No puedo acallar la voz en mi mente. Siempre me dice que abandone esta vida.
21 Mayo. Mientras la sombra consume mi mente.
13 Junio. Los purgaré con fuego.
16 Junio. Acabarán en la hoguera.
16 Junio. Adoro que no me tengan en cuenta.
18 Junio. ¿Qué voy a hacer sin verles...?
20 Junio. ¿Quién querría juzgar cuánto te quiero?
20 Junio. Tengo que sacarme los nervios para dejar de sentir.
25 Junio. Maldigo mi mente habladora y mi boca muda.
25 Junio. No sé qué tienen en contra de los muertos...
30 Junio. Hace demasiado que no escribo.
01 Julio. El fuego se acerca...
04 Julio. No se por qué, ni por qué a mi... Es como una historia que acaba en la basura...
04 Julio. Es un sociópata.
04 Julio. Supongo que así debe ser. Tanto tiempo sin vernos y tan sólo merezco un ''Hola'' con desgana, justo antes de darte muerte.
04 Julio. Mírame, acércate, abrázame, bésame. Llora, aléjate, mátame y sigue mirándome. Sabes quién eres, pero no quién soy yo. Ni siquiera yo mismo lo sé.
04 Julio. Busca en tus ojos la sonrisa que perdiste, de los días en que nunca parecía extraño. Busca el nombre que me pertenecía en la tormenta, y, después, muere.
04 Julio. Muerte, sombras, fuego, cenizas... Nubes, truenos, rayos, lluvia... Vida, viento, tiempo, polvo... Como todo viene, cuando se va nunca vuelve.
05 Julio. Estaré lejos.
06 Julio. Al cinto las dagas, el carcaj lleno. Arco en la espalda, listo el acero. Comienza la caza, ¿Será este mi entierro?
06 Julio. Envidio a quienes pueden ver el futuro, en lugar de verlo en sus sueños.
08 Julio. Sigo esperando.
12 Julio. Está maldito...
12 Julio. Toda mi gracia está en la mentira.
12 Julio. Aún no he visto un día de sol completo.
14 Julio. Entregar condenas con fuego...
14 Julio. Le dije que lo sentía de veras. Que no podía terminar de otro modo. Desenvainé, y ella rió.
14 Julio. Entre sombras, todos somos iguales. Rotos, en pedazos, somos iguales. Con lágrimas en los ojos, viendo borroso, somos iguales. Entre llamas, lo somos también.
14 Julio. Todo lo que baja ha de subir, como un cadáver ahogado en el mar...
15 Julio. A quién pretendo engañar...
15 Julio. Tan común como una almohada llena de lágrimas y maquillaje.
15 Julio. Antes de morir, querría vivir.
16 Julio. Me sentía demasiado inexistente.
16 Julio. ¿Acaso la corrupción desgraba? Prenderán las piras con sombras y llamas. Purificarán el lugar mientras los pobres observan cómo caen los corruptos.
16 Julio. Una pequeña chispa, una llama diminuta... tanto poder en algo tan pequeño... con tan sólo intentarlo, podría hacer arder el mundo.
16 Julio. Le pedí que abriera su mano, pues le hacía entrega de aquello que más me importaba en el mundo. Replicó que no le había dado nada, y lo entendió cuando le dije adiós.
16 Julio. Simplemente me agrada el color negro...
16 Julio. ¿Cómo se atreven a llamar tortura a ver cómo arde el mal eternamente en el infierno?
17 Julio. Venid de una vez a por mi, demonios... ¿Cuánto más debo sufrir en este infierno, antes de ir a vuestro paraíso?
17 Julio. Fuego en mi mano para quemar el mal. Fuego en mi mente para mantener la razón. Fuego en mi alma para poder tener calma.
17 Julio. El miedo me obliga a proteger a quien teme. La tristeza me obliga a consolarles. Pero la estupidez me provoca ira.
17 Julio. Le pregunté si estaba bien, porque tenía los ojos rojos, llorosos, y temblaba. Se disculpó, y dijo que era alérgica a preguntarme si quería casarme con ella.
18 Julio. ¿Por qué sufrir por amor cuando puedes arrancarte el corazón del pecho y dárselo a quien amas?
18 Julio. Cuando no quede sitio en los infiernos, los muertos caminarán, decían.
18 Julio. Los errores nos siguen de por vida, pero los aciertos son efímeros.
18 Julio. Los peores errores son los que cometemos a conciencia, y no queremos olvidar.
18 Julio. Tratar de hacer lo que crees correcto es una lucha continua, eterna. En cualquier instante podrías dejar de hacerlo, y comprobar que hacer el mal es demasiado sencillo.
18 Julio. Cada momento que gastas pensando en el tiempo que has perdido, sólo pierdes más tiempo aún.
18 Julio. Pide un deseo, con fuerza. Cierra los ojos. ¿Lo tienes? Bien. Sal ahí fuera y consíguelo.
18 Julio. ¿Tienes miedo? ¿De qué? ¿Qué es lo peor que el mundo podría hacerte? ¿Desterrarte? ¿No es mejor eso que la tortura de temer eternamente?
18 Julio. Cada día, cada hora, cada momento tienes una oportunidad para pedir perdón, pero también tienes la oportunidad de no tener que pedirlo.
18 Julio. Cada sueño quiere contarte un secreto. Cada pesadilla te pide que recuerdes algo. Cada ilusión quiere decirte que vayas a por ella.
18 Julio. Dicen que es mejor arrepentirse por haber hecho algo, por más que duela, antes que arrepentirse por no haberlo hecho.
18 Julio. A veces se hace mas daño a alguien ignorando sus problemas que de ningún otro modo.
18 Julio. Lo normal para los jóvenes de hoy en día me da asco.
18 Julio. Di lo que piensas, en lugar de lo que otros creen que piensas, o querrían que pensases.
19 Julio. Si crees que deberías pensar en dejar de pensar en ella, no pienses más y dile que no puedes evitar pensar en ella.
19 Julio. El único motivo para amar a alguien en secreto, es para no perderla del todo, prefiriendo sufrir a su lado, antes que sufrir por su ausencia y su desprecio.
20 Julio. Me obligan a ser malo.
25 Julio. Aún sigo esperando.
03 Agosto. Matadme ya.
13 Septiembre. Ya no me importa nada...
20 Septiembre. Ya no recuerdo cómo era el tiempo...
21 Septiembre. Lo que imagino parece bueno, pero imaginarlo parece malo.
21 Septiembre. No tengo tiempo para escribir todo cuando quiero decir.
21 Septiembre. La mayor tortura ligada al ser humano es su mente. Miedo, remordimiento y vergüenza algún día te harán callar cuando no debes.
21 Septiembre. Ese momento en que una parte de ti quiere decir algo, y la otra parte no lo permite. Ese momento siempre duele.
23 Septiembre. ¿Cuándo comenzaron a adorarme como a un ser oscuro?
24 Septiembre. Mírame a los ojos cuando te doy muerte.
24 Septiembre. Aún me observan extrañados.
24 Septiembre. No muerdo. No suelo.
25 Septiembre. Moriría, pero ya estoy muerto.
27 Septiembre. Alimentad mi ego.
29 Septiembre. Cuando realmente amas a una persona, a veces sabes que está mejor sin ti, y eres incapaz de culparla u odiarla por ello.
29 Septiembre. Amar a una persona es anteponer su felicidad y bienestar a todo lo demás.
29 Septiembre. Algún día sabré por qué puedo ver el futuro en sueños.
29 Septiembre. Por más que ames a una luz, no la encierres en tu mano. No podrá iluminar a nadie.
29 Septiembre. Cierto día me dijo una sombra que entre sus brazos se iría la pena. Estaba fría, helaba mis venas. El mundo era entonces un páramo helado.
29 Septiembre. Me miran. Noto su desprecio. Aunque encerrado, me alumbra la llama en penumbra. Lo veo todos como son, sin máscaras.
29 Septiembre. Alejado del resto, rodeado de iguales, me doy cuenta del por qué del desprecio.  Y sonrío.
29 Septiembre. Ya no siento el frío. Ahora sé que estoy donde debo, en mi hogar. Aún me miran, y aún sonrío. Ojalá que la llama les muestre el camino.
29 Septiembre. Ya no hay palabra que dañe. Ya no hay golpe que sienta. El fuego conmigo y la sombra mi sitio. Y sonrío.
30 Septiembre. Pídelo y te daré mi corazón, mi alma, mi mente y mi vida.
30 Septiembre. Que muchas personas tengan el mismo problema no hace que una deje de tenerlo.
01 Octubre. Algún día, ya lo veréis... lo veréis todos...
01 Octubre. Este mundo, y todos los demás, arderán. Mis garras serán martillo de juez en la sentencia contra la humanidad.
01 Octubre. Y serán purgados por el fuego.
05 Octubre. Si odias a alguien a quien un día amaste, es que nunca le amaste de verdad.
09 Octubre. Seré libre el día en que pueda cantar en cualquier lugar, en cualquier momento y de cualquier forma.
10 Octubre. Me quema la garganta al no forzar la voz.
21 Diciembre. El fin del mundo no es más que una excusa para que los necios confiesen sus secretos.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Ballet de sombras

Supongo que es lo que siempre quise, y nunca tuve.

A lo largo de los años ha recibido muchos nombres, infinidad de aspectos, pero sólo unas pocas personalidades.


Supongo que es lo normal, ¿No? El no encontrar una persona tal como la buscas, y que tenga intención de mantenerte cerca, aunque sea por interés.


Cuanto más tiempo pasa, más evidente se hace que, en realidad, ni siquiera la buscaba. Y, ahora que mi interior me grita, clamando por encontrarla, no hay dónde buscar, ni puedo hacerlo.


Supongo que por eso, al final, la encontré en mi mismo. ¿O debería decir ''misma''? No lo sé.


Era una de esas partes que forman parte de uno, pero que no tenía motivo para dejar salir. Todos tenemos alguna de esas, ya sabéis, como la durmiente bestia incontrolable, o el que desearía que llegase el apocalipsis para ser el héroe, o el dictador... y todos esos posibles 'yo', que no queremos o no podemos dejar salir, o que preferiríamos no hacerlo si hay otras opciones antes.


Supongo que, si aquella pequeña niña hubiera estado ahí, no tendría que serlo yo. Pero ahora llego tarde, muy tarde. Y me aterra pensar que no podré serlo, que no sabré serlo, y que ya no habrá remedio.


Suelo pensar que no pedía tanto, la verdad. Sólo quería una pequeña niña adorable, egoísta y malvada, a la que servir ciegamente, incluso sin recibir nada a cambio. Una hermana, hija, pareja o amiga a la que malcriar. No puede ser tan difícil encontrar a alguien así. O, al menos, no podía serlo hace años...


Y, supongo que ahora ya no hay marcha atrás. Es una de esas decisiones que no pueden esperar, porque el reloj corre a toda prisa contra ellas.  Y lo peor es, que no creo que ninguna sea la correcta.

¿Debería pasar toda la vida esperando que ''ella'' aparezca, y que pueda compaginarlo con mi vida, o debería intentar convertirme yo en ''ella'', a riesgo de perderlo todo?

¿Y si lo consiguiera? ¿Y si pudiera encarnar yo vagamente a aquella joven? ¿Encontraría acaso a alguien que cumpliera con mi papel? No, no lo creo. Ni siquiera lo buscaría.


Supongo que pasaría el resto de mi vida dividido, dividida. Tendría que ser el sirviente y la dama a la vez, dejando incompletas ambas partes, y, seguramente solo, sola. Compraría los vestidos, los vestiría con ilusión, y me miraría al espejo, lamentándome, esperando encontrar a alguien con quien poder compartir ambas partes de mi ser.


Pero, ¿Quién iba a querer a alguien así?


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Dedicado a:

Leria, Leila, Cinthya, Cynthia, Camilla, Isabella, Elissabeth, Elise, Elisa, Ellie, Sally, Sara, Lilly, Aura, Aina, Morganna, Tabitha, Valeria, Samantha, Sonja, Amy, Mayu, Catherine, Katherine, Yuki, Yuka...

jueves, 13 de agosto de 2015

Desde el olvido

Los poemas, los escritos, ¿Dónde están?
¿Dónde quedó la inspiración que supongo he de encontrar...?
Creo que murió hace ya tiempo, no sé.
Me calentó alguna noche, desde el fuego de mi hogar.
Una llama tan pura y tan bella como el precio a pagar.

Siento las notas de un piano distante.

Me pide que hable, que grite, que cante.
De veras, lo intento, pero olvidé cómo hacerlo.
Tomo un aliento que duele, que arde,
buscando en penumbra intentando encontrarme.

Y encuentro quebrada y débil mi voz.

La noto oxidada, como un eco atroz.
Y es que es como llamar a un extraño de ''tú'',
como creyendo que el viento no merece el ''usted'',
obligándome a verla morir, como una sombra ante luz.

Y es que el violín nunca sana las heridas.

Quizás no se escucha, quizás desafina,
o quizás es tan sólo que no sé tocarlo.
¿Por qué uno se empeña en mostrar su sonrisa,
si sus lágrimas son sustituto de tinta?

sábado, 4 de abril de 2015

En memoria de

Aquí descansan las pocas cenizas que pude conservar de mi cordura, quemada por el paso de los años, los días, los segundos. Tornada polvo y sentenciada a perderse en el viento, la tierra y el mar.

Se condenó a sí misma por no querer mirarse al espejo, por esperar de cada mente una predisposición al orden, la lógica y el bien hacia el ajeno; por no querer aceptar su propio error.

Sea este su juicio, su veredicto y su verdad. Quede aquí su testimonio, su historia y su recuerdo. Que descanse todo cuanto no pudo en vida.

Aquellos orgullosos de ser el fuego ejecutor, sabed que la llama nunca se sacia, nunca se apaga, nunca muere. No distingue aliados de enemigos, no conoce bien ni mal. Un día querrá consumiros, y entonces sabréis que vuestro mundo acabará con fuego.

Aquellos que alguna vez intentasen sofocarlo, deben saber que no lo consiguieron. Nadie puede, nada puede. Que aquestas palabras les otorguen consuelo y el saber que hicieron lo correcto, pese a ser un acto fútil. Ella no podía ser salvada; ya no.

Pasó los años acurrucada en sí misma, enrocada y con miedo al exterior. A veces miraba, asustada, a través de los huecos entre los dedos de sus manos. Entonces le acosaban pesadillas durante días, noches, meses.

Cada poco tiempo sentía latigazos, que venían de allí donde no quería volver a mirar. Sabía que sangraba, sabía que dolía, que moría; pero no sabía, ni quería saber por qué.

Se preguntaba, sin embargo, por qué nadie estaba allí para cuidarla y protegerla. Pensaba que quizás nadie podía, que quizás el caos y la locura de más allá de sus manos eran infinitas, invencibles.

Creció con la mente de una niña, asustada del mundo. Asustada de cuánto le aterraba el mundo, asustada de ser débil, y más aún de saber que lo era.

Cometió demasiados errores, la mayoría por no ser consciente, ni tener intención de serlo. Tanto se había ofuscado que no pudo ver en qué se había convertido.

Tardaría años en ver su reflejo, y para entonces apenas había ya nada que ver. No pudo soportarlo. Todo su mundo, su realidad, se desmoronaba ante sus ojos.

No podía, no quería acabar así. Ella sería quien cambiase las tornas. No habría más torturas a su alrededor. No habría más dolor. No más fuego. No más oscuridad. Pero nunca pudo cumplirlo.

Sabía que moría, sabía por qué, pero no quería reconocerlo; no podía reconocerlo. Y sabía que aquello la estaba matando. Lenta, silenciosamente. Año tras año, día tras día.

No podía ser. Cuanto más se esmeraba, más rápido ardía. No lograba entender que no había otra senda hacia el orden, si no era la misma sombra del fuego.

Demasiado tarde pudo darse cuenta del caos que le rodeaba, y de que este nunca iba a ceder, nunca iba a morir. Tardó demasiado en saber que ya era parte de él.

Aquello sería cuando una niña asustada apartase la vista de sus ojos, por ser incapaz de mirarle. Sólo entonces soltaría sus hombros y la dejaría llorar, para nunca más volverla a ver.

Era incapaz de saber cuánto daño había hecho con los años, cuánto había hecho arder y a cuántos había quemado. De hecho, ya no estaba segura de nada.

Sus memorias se habían vuelto confusas, borrosas, obscuras. Se habían entrelazado con sus sueños, sus miedos, sus recuerdos y el futuro que aún estaba por llegar. Era incapaz de discernir la realidad de la demencia.

Pero aún tenía esperanza. Creía que, si sabía que se estaba consumiendo, se debía a que aún era consciente. Craso error. No tardó en darse cuenta de que, si ya no distinguía la realidad, no podía saber si sabía que moría.

Pasaba horas frente al espejo, intentando ver si aún se consumía; pero no veía nada. Pasaba días intentando ser cordura, desesperada por no poder controlarse más; temiendo volverse caos.

Con el tiempo perdió la voz, perdió su léxico, perdió la razón. Y lo que más la torturaba era saberlo, sin saber si en verdad lo sabía. No podía dormir, no podía pensar.

Demenciada, trataba de recomponer su maltrecha forma con las cenizas que dejaba tras de sí. Esperaba poder juntar suficientes como para volver a luchar, para volver a vivir; pero nunca lo logró.

Sabía que su única posibilidad era huir, escapar de la llama, escapar de sí misma; pero ya no podía, ya no. Sus últimos suspiros los pasó acurrucada en sí misma, mirando al espejo, a través de los huecos entre los dedos de sus manos.

jueves, 12 de marzo de 2015

To you, Dear

Dímelo.
Dime qué quieres de mi.
Dímelo.
DÍMELO, JODER.
DIME QUE QUIERES.
DEJA DE ESTAR CALLADA.
HABLA, DÍMELO.
DIME QUÉ QUIERES DE MI.
DIME QUÉ QUIERES.
QUÉ QUIERES, JODER.
DIME QUÉ QUIERES...

de mi...
Qué quieres...
Qué quieres de mi...

Deja de estar pálida...
Deja de estar fría...

Sólo dime qué quieres de mi...