lunes, 29 de abril de 2013

Dulce hogar

Alojado ya en mi mismo,
alocado y en mi sino
descuartizo mi destino,
es abyecto mi camino.

¡No, esperen! ¡No me lleven!
¡Tengo cosas por hacer!
¡No me escuchan, no me entienden!
¡Mi razón no quieren ver!

Arrojado, y perdido.
No me mira, no le miro.
Viaja bien, querido amigo,
viaja bien, que yo no olvido.

Desollando su buen cuero,
desmembrando su buen cuerpo;
sus marfiles y sus huesos,
y sus órganos ya muertos.

Van de blanco ¡Me traen algo!
¡Qué camisa, qué regalo!
¡Limusina! ¡Yo encantado!
A mi nuevo hogar llevado.

Me despido, vieja amiga,
¡Que tu muerte da mi vida!
Sanidad que uno asesina,
por demencia bienvenida.

Muerte que camina

Busco el consuelo
en un tiro certero.
Rota mi alma
cual copa de cava.
Miro hacia el cielo,
tumbado en mi cama.

Fue mi corazón
un necrófilo
exconvicto
que buscaba el amor
de muertos perdidos,
tras barrotes, en vilo.

La lágrima rasga
la seca mejilla.
Lloraba apagada
cuan del ojo marchaba.
Hija de un paria
y la brisa del alba.

Buscaba el placer
de entre ya muertos cuerpos.
Busqué conocer
de entre fríos cerebros;
pues en esta sociedad
aunque anden, son muertos.

Veo cáscaras vacías,
sin valores y sin miras.
Veo sombras que me observan
y yo intento comprenderlas.
La inocencia fue perdida,
como pago fue mi vida.

Escuadra y cartabón

Se acerca la recta
no encuentro la vista.
Mis pies en el plano
frontal de mi vida.

Arista del filo
que línea no corta.
Buscad el destino
buscando la cota.

Que no te amedrente
no ver el diedro,
no vayas tangente,
derecho al infierno.

Se agota mi tiempo,
no hay más paralelas.
Recuerda el recuerdo
si no salgo de esta.

Parábola rota,
que no continúa;
enlaces que trocan
mi esfera de vida.

Espiral en aumento
de risas y llantos.
No vi bien el centro,
ya lo he dibujado.

¡Y ahora lo veo,
en lugar exacto!
Me encuentro en el centro
de todos mis actos.

Mar

Me alegro de verte,
frente al sol de poniente.

Verso muerto

Diome vida la poesía
cuando yo ya perecía.
Diome un alma
empero rota.
Busco agora
dulce gota
que no colma
ni desborda.
Digo ¡Pardiez!
por no poder veros.
¡Digo menciones
a dioses ajenos!
Alargo la mano,
¡Y pido consuelo!,
mas ya desespero,
y espero el encuentro.
¡Dame la vida,
princesa engreída!
¡Dame tus labios
morados, sin vida!

Intentarlo pese a todo

Vi en mi mente
toda muerte
que pudiera
sucederme,

vi en sus ojos
los sonrojos
que calmaran
mis sollozos,

vi en espejos
mil reflejos
de aquel rostro
que deseo,

vi en sus cantos
triste ensayo
que arrastrara
llanto amargo.

Vi el peligro;
y, vencido,
le agradezco
lo vivido.

3er premio del concurso de Poesía de la Universidad Laboral de Gijón (Bachiller).