domingo, 3 de agosto de 2014

Una sombra

Ojalá. Ojalá pudiera ser un árbol; una columna de sombra entre la luz cegadora y extenuante. 
Si tan sólo pudiera servirte de apoyo, como lugar de descanso donde recuperar fuerzas, aliento, y seguir dando pasos al frente... 
Si pudiera ser una nube, para seguirte desde los cielos y poder mirarnos en la distancia... quizás así al menos mis lágrimas te ayudarían a caminar. 
Si tan siquiera pudiera ser un parasol que llevases en tus manos, y a cambio te ofreciese la sombra que tanto necesitas... entonces... no querría ser nada más. 
Pero no lo soy. No puedo serlo por más que lo pida, que lo sueñe, que lo coloque tras una ristra interminable de ojalás. 
Por más que sople o abanique, el calor del sol es infatigable, incesante, mortal. Ya no encuentro el modo de refrescarte más. 
Necesito desesperadamente la lluvia, la brisa marina, al señor de la nevera portátil que vende refrescos en la playa. Ofrecería mi vida a cambio de uno. 
Mi alma, mi ser, todo lo que me has dado, todo; todo cambiaría por un mísero refresco, si este te diera lo que necesitas para seguir adelante. 
Lluvia, ¿Dónde estás? ¿Por qué permites tanto sufrimiento? ¿Por qué no vuelves? Vuelve... Te necesito. Te necesita. Por favor. Vuelve.