martes, 29 de abril de 2014

Recuerdo rojizo

Dime, ¿Lo recuerdas?
¿La sangre por el suelo,
el rojo de los cielos
y olor a carne muerta?

¿Recuerdas el fuego
abrasando las almas,
consumiento la carne,
quemando los cuerpos?

¿Recuerdas los chillidos,
la sombra de la noche?
¿A los niños del coche?
¿Los eternos quejidos?

¿Recuerdas el crepitar
de madera quemando?
¿La sangre goteando
encaminándose al mar?

Luna llena en el cielo,
sin nubes ni una estrella.
Se escondían de la eterna
tortura del recuerdo.

Al mirar a la luna
sé que aún lo recuerda.
Cada vez que lo piensa
se ve roja y oscura.

Voz escrita

Un día me dijo la tinta
que hiciera escritos sin pensar.
No hubo una palabra incompleta
ni quedó verso sin rimar.
Me gustaría ser capaz
de volver al tiempo en que aún
escribir así era normal,
y pasar las horas rimando.
Se perdieron tantos ecritos
sólo por no haberlos guardado...
Los hecho ahora tanto de menos
que me duele no recordarlos.
Dejar de escribir me apagó,
me quitó elocuencia al hablar,
me quitó léxico, pasión...
Me quitó parte de quien era.

Reflejo

Miro al espejo,
me miro a mi mismo
mirando al reflejo
que mira con miedo
al igual que hago yo.

Ojos apagados
sin color ni brillo;
sólo están helados,
temen al diablo
al que deben mirar.

Temo aquellos ojos
que me muestran temor.
Temo el tono rojo
que sobre ellos porto
para inspirar temor.

Respiro tras ello
en calma y tranquilo.
Si hay algo que temo
al ver mi reflejo,
es dejar de temer.

Jamás

Tantas noches, y mañanas,
sofocantes, tan heladas...
Olvidadas las caricias
por querer sin la pericia
necesaria para amar.

Las canciones, los sonetos,
el rozar del viento quieto,
y el momento en que susurros
fueron dulces, claros, puros,
y no un llanto gutural.

No fue honor, no fue paciencia,
fue más bien por dependencia.
No fue luz, no fue penumbra;
fue por ver un aura obscura
que arrastraba tu alma al mar.

Y si tiempo no me queda
para ver sanar tus penas,
que deidad cualquiera escuche
la oración que ahora me urge,
para no dejarte atrás.

De búsquedas

Busco en la tinta el valor
que no encuentro en mi dolor.
Busco en las hojas consuelo
para darlo a un hombre muerto.

Tomo también un pañuelo,
quemado por sangre y fuego.
Ni una lágrima restó
por llorar tras la traición.

Busco en mi sueño el calor
de un abrazo que no tengo.
Busco en mi mente canción
que calme mi llanto enfermo.

Tomo también un refresco,
fuerte y amargo sabor,
pues caducó hace ya tiempo,
tal como el consumidor.

¿Qué es lo que debo buscar?
¿Qué más debo aún tomar?
¿No fue bastante castigo
nunca haberlo comprendido?