miércoles, 20 de octubre de 2010

Recuerdos del olvido.



Lluviosa y fría noche transcurría en Quel'Thalas.

-Aún recuerdo cómo llegué a conocerte, Shino... aún recuerdo, cómo llegué a estar a tu lado...


[Recuerdo]

Un muchacho discutía con un anciano vestido con larga toga en el campo.


-¡Pero maestro, le digo que no soy capaz! -Parecía insistir el jóven.
-Debes seguir intentándolo Dorgen, los hechiceros no se hacen en un día.
-Esoty cansado de intentarlo maestro, jamás me saldrá.
-¿Y por qué crees eso Dorgen?
-¡Porque yo nunca quise esto! ¡Que mis padres quieran que sea mago no es lo que yo quiero!
-Y entonces, ¿Por qué sigues aquí? -Preguntó secamente el anciano.
-Tiene razón. -Respondió el muchacho, tras pensarlo unos momentos.


El jóven colgó su libro a la cintura y su espada del otro lado, tras ello, se marchó decidido.

-Espera Dorgen, no puedes hacer esto.
-Claro que puedo, lo estoy haciendo. -Dijo sin dejar de andar.
-Te he dicho que esperes, tus padres no permitirían que
-Una bola de fuego le sorprendió, por suerte y su gran habilidad, pudo cubrirse de una barrera arcana, sin embargo, cuando abrió los ojos, el muchacho ya no estaba. -no permitirían que te fueses sin más...

[/Recuerdo]

Un trueno resuena a lo lejos, acompañado de su destello, mientras la lluvia caía cada vez más fuertemente.

-Mi memoria no es la que era... no podría decirte cuánto tardé en llegar hasta ti... pero fue duro... sin comida... sin bebida... tan solo tenía mi espada y mi libro, junto a lo puesto...
Doy las gracias a Aura por poder llegar tan lejos como logré...


[Recuerdo]

El muchacho, ahora con sus ropas rotas y su aspecto descuidado, caminaba por las tierras de Quel'Thalas, hasta que, sin ya más energía, se derrumbó en el suelo.

Pasaron minutos, horas, hasta que por fin...


-Vamos... despierta... por favor... vamos... -La voz sonaba dulce e inocente, a la par que triste y cariñosa.

Dorgen abrió los ojos, muy lentamente, lo primero que vislumbró fue el apenado rostro de una Quel'Dorei de pelo blanco y tez clara. Intentó moverse, mas le fallaron las fuerzas.


-Apóyate en mí, no desfallezcas, por favor...
-Gra... gracias...
-Pronunció débilmente el jóven, haciendo lo que le decía.

Andubieron durante escaso tiempo, hasta llegar a una pequeña casa.
Allí, tumbó a Dorgen en una cama, donde quedó inconsciente.

Entreabrió los ojos tiempo después, mientras la Alta Elfa murmuraba, con las manos junto a él.
Dorgen sabía que le estaba sanando, ya había visto más sanadores a lo largo de su corta vida.


-¿Por qué haces esto? -Interrumpió el jóven, mirando enfadado a la elfa, quien se paró en seco.
-Yo... yo solo... intentaba ayudar... -Dijo en un susurro, mientras bajaba la cabeza.
-No es necesario, me las apaño bien. -Finalizó Dorgen mientras salía por la puerta.
-¿Cuánto tiempo llevas sin comer...? -Preguntó tristemente la Alta Elfa, y ante el silencio de Dorgen, continuó. -Quédate... por favor... si sales ahí fuera así morirás...
-¿Y qué te importa a ti? Te he dicho que me las apaño solo. -Replicó el muchacho.
-Si no me importase... no te habría recogido... -Sollozó la elfa.

El muchacho bajó la cabeza con un lento suspiro, entrando de nuevo, mientras dirigía una furibunda mirada a la elfa.

[/Recuerdo]

-¿Lo recuerdas...? -Su voz se vuelve temblorosa mientras las lágrimas recorren su rostro, sin embargo, todo él se mantiene firme. -En aquellos tiempos me enamoré de ti... pues tú me salvaste, como un ángel que acudió a mi antes de morir... y yo, te respondí así...
Recuerdo que te conté también cómo llegué allí... y que tú, me contaste también cómo llegaste... casualidad o no, acabamos juntos... y te quise... aún te quiero...
¿Recuerdas cuando nació Dael...? Yo si... se parecía tanto a ti...
Fue cuando trabajaba de mercenario... si... por aquel entonces conocí a Del'Rethar... seguro que le recuerdas también... yo llegaba a casa herido y tú me sanabas... siempre fuiste tan atenta conmigo...


[Recuerdo]

-Padre... ¿Cómo te encuentras...? -Preguntó un chico rubio, de ojos brillantes y orejas puntiagudas.
-Estoy bien hijo... no te precupes por mi, ¿De acuerdo...?
-Si puedo hacer algo por ti, lo que sea... dímelo...
-Mas es al contrario hijo mío... soy yo quien debe cuidar de ti.
-Dijo Dorgen sonriendo. -Llegará un momento, Dael'Natthar Ragdor Vallealto, en el que tú tengas que cuidar de tu familia, y, no me cabe duda de que lo harás mucho mejor que yo.

[/Recuerdo]

Dorgen cae de rodillas, aún manteniendo la posición que tenía, sus lágrimas se unen a la lluvia, mientras él, sigue hablando.

-Todo fue bien hasta que... todo aquello ocurrió... y lo siento... siento que tubieras que ver marchar a nuestro hijo... pero sabía que tenía que sacarle de allí o moriría...
Si no hubiese sido tan estúpido... ''Nunca es tarde''... no... siempre es tarde... por eso ya no estás conmigo... Si en lugar de ayudar a otros, os hubiera protegido a vosotros... aún os tendría... a ambos...


[Recuerdo]

-Padre, ¡No puedo irme sin más! ¿Qué pasará contigo? ¿Qué pasará con madre? ¡Permíteme quedarme a ayudaros! -Decía el muchacho rubio a su padre.
-¿Recuerdas lo que te dije hace tiempo hijo...? Algún día... tú cuidarás de quienes quieres, pero de momento... yo tengo que cuidar de vosotros... -Insistió Dorgen.
-Vamos Dael... y a más ver Dorgen... cuidaré de tu hijo tan bien como pueda, tras ello, volveré. -Dijo un Quel'Dorei.
-Te lo agradezco Del'Rethar, no sabes cuanto... ahora, llévale tan lejos como puedas de estas tierras perdidas de la mano de la Luz... a más ver...

[/Recuerdo]

-Poco después te fuiste... nunca nadie más supo qué te ocurrió, ni dónde te encuentras, amada mía... fue entonces cuando me diste el Grimorio de Aura, y yo... ni siquiera he podido conservarlo...
Todo lo que hiciste por aquellas personas... todo cuanto te sacrificaste... y yo... he permitido que se esfumase de entre mis manos...


[Recuerdo]

-El... libro... abre el libro... -Susurró Shino a Dorgen, que la miraba tristemente, sabía lo que iba a ocurrir.
-¿El libro...? -Preguntó inseguro, mientras Shino, débilmente, posaba un libro en sus manos, que temblaban.
-El poder que contiene... puede traer salvación... o destrucción... al antojo del usuario... -Dijo con su último aliento Shino.

Dorgen pasó a ser el propietario del Grimorio de Aura. Al ser la última petición de Shino, Dorgen leyó el libro, descubriendo todo lo ocurrido entre ella y Aura, así como todo lo que hizo Shino con más víctimas de la Plaga.

[/Recuerdo]

-Tras todo aquello no supe qué hacer... todos se fueron, no nos vimos más... perdí la pista de Dael... estaba perdido, solo... estaba sin ti...
Vagué por los restos de nuestras tierras, buscando aún gente... sin resultado totalmente...
Hasta que...


[Recuerdo]

El Portal Oscuro se abrió, y todos los aventureros, soldados, mercenarios y demás fueron llamados allí, a combatir en Terrallende, era el momento.

Todos los antiguos miembros de Remdes Nart Dahm recibieron una carta:

Remdes... Nart Dahm... Camarada.
La Legión Ardiente vuelve para asolar nuestras tierras...
Mas esta vez, la enfrentaremos, pues nadie debe sufrir lo que nosotros sufrmos...
Somos la última esperanza del perdido...
Somos la mano que protege al indefenso...
Somo el corcel que rescata al moribundo...
Ven a El Portal Oscuro, pues esta vez, nosotros seremos los que persiguen.


-Padre... -Dijo una voz entre los reclutas, y, Dorgen abrió los ojos de par en par.
-D-Dael'Natthar... -Dijo lentamente Dorgen.
-En efecto padre, he venido a servir a Remdes Nart Dahm, Siempre Firmes Y Leales, padre. -Los reclutas repitieron, al unísono: ''Siempre Firmes Y Leales''. -He traido algunos... refuerzos, como puedes ver...
-Estoy... orgulloso de ti, hijo mío... -Dijo Dorgen, pues no le vino más que aquello a la mente.

[/Recuerdo]


-Recuerdo como nuestro hijo tenía aquel espíritu... el de nunca rendirse, de mi parte, y el de ayudar a todos por la tuya... me sentí realmente orgulloso... ojalá hubieses podido verle...
Respecto a Remdes Nart Dahm... nos separamos de nuevo, y volvimos a reunirnos para ir a Corona de Hielo, con el mismo final... pero tengo el presentimiento, de que pronto estaremos reunidos de nuevo...


Se detubo un momento, aún llorando, arrodillado, dejando que la lluvia le cayese encima, escuchando el viento, los truenos... al cabo de unos minutos reaccionó.

-Sabes que aún te quiero... y por ello, recuperaré tu libro... y... no descansaré hasta que por fin... vuelvas a mi lado... te quiero... Shino Vallealto... te quiero...

Allí se quedó unos minutos más, hasta que decidió levantarse, y emprender de nuevo su camino
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