Dime ahora, amor temido
¿Cómo pude haber sentido
(El) terror de estar perdido,
en mi alma y su vacío,
junto al corazón vencido
por no haberme despedido
ante la marcha del bandido
que mi amor dejó él herido
(Al) llevarte aquel consigo?
(Y) que de haberlo sabido
jamás me hubiera atrevido
a ser nunca lo que he sido,
(En) sombra haberme consumido
por tu estela haber seguido,
ni habría llegado al abismo,
cuyo nombre ha sido el mismo
que no el tuyo sino el mío,
del que pudo y ha surgido
un nuevo ser aunque aún hundido
por recuerdos que aún no olvido,
mas en gran orgullo erguido
por ya no haber dependido
de tus ojos, tu albedrío,
tu sonrisa o tus sentidos.
En gran parte agradecido
por haberlo permitido
y por cuanto nunca ha habido,
como amor o bien cariño
que no fue correspondido,
para bien aunque ha dolido,
pues seguí así mi camino
por hielo en que me deslizo,
aún yo estable pero frío,
más bien cerca ahora del filo
de todo aquello sufrido
que me acosa sin respiro,
tanto tiempo combatido,
tanto cuanto aún he podido.
Mas ¿Cuánto habré resistido
cuando al fin haya caído
(En) un futuro al cual no miro?
No en temor, mas desconfío
de todo cuanto aún no he visto,
quizás por tantos fallidos
de mis pocos objetivos,
que jamás habría entendido
de no ser por tu castigo.
Y me encuentro ahora vestido
de las sombras que he tejido
entre mi abismo preferido,
donde dentro ya no vivo
hasta más tarde haber salido
cuan de muerto resucito.
Mi frontera has expandido
frente a mis ojos malditos,
que ahora pueden ver los signos,
beneficios del edicto
que sentenció mi destino.
Y si tengo que decirlo,
nunca me he arrepentido
de no haberlo conseguido,
pues como debió así ha sido.
Si así el destino lo quiso
bien tendría él sus motivos.
Bien y mal ambos venidos
en su medida, imagino.
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