¿Viste tú sus dulces ojos?
Quién la viera morir...
Que entre risas y sonrojos
no lo viera venir...
Tarde de pardos tonos
cuan' la viera partir.
Mirábame aquella mirada...
Brillo puro, e incorrupto,
que aquella sonrisa acompaña.
Que al no verla quedo mudo,
temblando callado ante el alba,
mirando a la cara al verdugo.
Y díjeme en tal momento,
ahora ya envalentonado,
que aquel sería último intento;
tanto tiempo ya he entregado,
que no réstame sustento
ni valor para intentarlo.
No hubo sino una sonrisa,
por lágrimas rojas bañada.
Sólo hubo melancolía
en los ojos que lloraban.
Sólo inocencia perdida
cuando ella se disculpaba.
¿Has visto tú aquellos ojos...?
Fueron tan puros... ¡Quisieron vivir!
Hasta que vieron mi rostro...
y ella dejó de sentir.
Perdieron su brillo y su gozo
cuando ella quedose sin mi...
Quién pudiera verla morir...
y reunirse conmigo por fin.
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