Un lamento de no-vida,
una voz no socorrida,
la llamada no atendida,
la figura incomprendida
y el delirio de mentira
donde fue encerrado un día.
Tuvo aquel que comprender
que no habría de volver.
Fue un continuo decaer
hasta al gran pozo caer.
Nunca más supo quién fue,
nunca más sabrá quién es.
Y es que aquel ya lo sabía,
y aún así gastó su vida
persiguiendo ilusionistas
que en verdad no le querían.
Qué ilusión, le sonreían...
Qué ilusión, no duraría...
¿Qué podría aquel hacer?
Si es que no quería ver...
Más feliz le hacía el creer,
sin siquiera comprender.
Y es que no aguantó este ser...
desengaño a tal nivel.
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