''¡Ayuda, por favor!
¡Quien sea, lo suplico!
¡Déjeme, déjeme señor!
No merezco este castigo...
Que este oscuro callejón
no ha de ser mi tumba, no...''
''No es que nadie pueda oirte
sino que no les importas.
Entrégate y podrás irte...
qué más te da si no cobras...
que ya pago yo mucho al resto,
y a tí, miserable, te tomo si quiero.''
De aquella oscura callejuela
huían los llantos de fría pena.
Gritos de dolor y ayuda
bañados por la amargura.
Y sólo el sonido de cadenas y sombra
hicieron callar a las personas.
''Yo de usted, caballero,
soltaría a la niña primero.
Retírese ahora, aún a tiempo,
comprende la situación, espero.
No me obligue, pues no quiero;
huya ahora, que le dejo.''
Pero el hombre, enfurecido,
no eligió lo sugerido.
Decidió envalentonarse,
y enfrentarse a su enemigo.
Pero, no llegó a tocarle...
la cadena, le obligó a suicidarse.
''Mentes débiles, cuerpos sin voluntad.''
Dijo la oscura figura, sin más.
''Eres libre, vete ya.''
Pero Leria, no comprendió.
''No me haga daño, por favor...''
Pero no era su intención.
''No me mires... ¡Vamos vete!''
Mas no reaccionaba.
Le miraba, asustada...
''Yo no tengo dónde ir...
sólo esto tengo por vivir...''
Un silencio, de repente.
''Ven, salgamos de aquí.''
''¿Quien eres...?'' preguntó.
''No es el momento.'' respondió.
''¿Le... se conocían....?'' añadió.
''Él, a mi no.''